Me caíste bien desde el mismo momento en que te
conocí. Bueno, más que desde que te conocí, desde que una amiga común me habló
de ti. Una buena amiga, por cierto; tienes un lujo ahí que no debes
desperdiciar. Me habló de ti un día en el que, con el pretexto de una visita a
su nuevo despacho, o quizá por coincidencia, me comentó tu caso, caso que es
igual que el mío.
Me pidió consejo sobre como podrías superar el
trance por el que estas pasando, para poder ayudarte además de arroparte, para
ser algo más que un hombro sobre el que llorar. Por supuesto, sin que te
enteres, porque sabe que seguramente estás todavía petrificado, todavía te
parece un mal sueño, y quizá no soportes que otra gente ya asuma tu nueva
situación; pero es cierta, ya ha ocurrido. Es real.
Yo sonreí, porque en mi fuero interno siempre tengo
ganas de explicar como me va, y que he aprendido de todo esto, de este largo
año que parece que no va a acabar nunca, pero no te engañes, yo solo soy un
alumno, un paciente como tú, quizá solo con un recorrido mayor, con mas rodaje.
Pero un aprendiz, para nada un maestro.
Le dije que estuvieras tranquilo, pero muy
tranquilo, mucha calma, mucha respiración, le dije que tu cabeza es un terrible
torbellino de emociones contrapuestas que son difíciles de combinar: esperanza,
desazón, desesperación, deseo, odio, celos, envidia, ansiedad… Todo parece ir
en contra tuya, todo te altera, estás acelerado, no comes, no duermes. Le dije que intentes dormir, que tomes infusiones,
o que vayas al médico, necesitas el olvido del sueño, necesitas dormir
profundamente.
También le hablé de comer. Come sano, come variado,
y a las horas. Vas a perder peso, tu metabolismo corre a toda velocidad.
Practica deporte en horarios regulares, pero algo moderado y a ser posible con
alguien que te apriete, que no te deje pensar, que sea un rato en el que tu
cabeza deja de procesar, y se dedica a otra cosa.
Me dijo que ya tienes casa propia, y que no tienes
hijos. Muy bien por lo de la casa, espero que poco a poco la vayas haciendo tuya,
y que no tengas problemas para pagarla. Espero que estés cómodo y que te
sientas bien cuando llegues al final del día. Es tu hogar, debes disfrutarlo.
No tener hijos te evita un doble sufrimiento: uno
es el de tener que verte en situaciones que ahora mismo no te convienen nada,
eso te lo digo por experiencia, sólo y solo por ellos. Es un mono que es muy
difícil de quitar, pero por ellos hay que soportarlo. Mejor que no tengas que pasarlas,
todo te hace evocar. El otro es preocuparte por su bienestar, se te vienen a la
cabeza un montón de cosas, te angustiarías por nimiedades y te costaría mucho
mantener la calma en las cosas importantes. La pena es que no vas a disfrutar
de la tremenda alegría que te regalan esos pequeños corazones; caro consuelo,
pero valiosísimo.
Y sobre todo te digo que todo esto te va a servir
para curar los síntomas de tu mal. Porque contra lo que te pasa no hay remedio;
solo el tiempo y tu adaptación te harán salir adelante. Te recomiendo que
pierdas la esperanza, primero porque está todo decidido, y segundo porque no
estás en condiciones de recuperarlo, estás bajo, triste, desanimado, sin chispa
y sin gracia. Alimentas celos, envidia y rencor. Déjalo, da rabia, llora y
acepta esa tremenda tristeza. Respira hondo. Pasará. Quizá demasiado despacio,
pero seguro que pasará.
Y en breve tiempo, con ayuda de tu familia, tus
amigos (los viejos y los que seguro que harás, no estás tan solo, ya lo verás)
y sobre todo de ti mismo, de la madurez tremenda que vas a adquirir, irás
descubriéndote, como una persona capaz, buena, atractiva. Alguien seguro de si
mismo, alguien nuevo, mejor. Las cosas, poco a poco, irán mejorando. Llegarán
oportunidades, las recibirás con alegría, porque verás motivos para alegrarte,
se darán algunos fracasos y los soportarás con entereza, porque estarás mejor
preparado.
Espero que algún día tengamos oportunidad de
conocernos en persona. Y que lo que cada uno de nosotros vea frente a sí sea
una persona plena, feliz y alegre. Con una nueva vida y, por que no, con una
nueva hermosa razón para vivir. Como sea, porque saldremos. Podremos contarlo,
reírnos de ello, incluso disfrutarlo. Porque nos habrá hecho más fuertes.
Seguro. Ojalá tú lo veas en mí y yo lo vea en ti. Nos guiñaremos un ojo.
Salud, fuerza, y un abrazo, amigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario