lunes, 19 de noviembre de 2012

LA SALVACIÓN DEL OVIEDO


Ayer todos los periódicos de Asturias, y también de España y parte del extranjero, incluían en sus cabeceras de deportes la gozosa noticia: “Carlos Slim, nuevo propietario del Oviedo”. En todos se narraba después, con mas o menos detalle, la extraña historia de amor entre el hombre más rico del mundo y un histórico club, ahora venido a menos, del fútbol español. Contaban como una llamada en plan de broma de un periodista había calado en uno de los lugartenientes del magnate, como habían estudiado las cuentas, como habían asistido, supongo, asombrados a la respuesta de la afición de la ciudad y también de aficionados al fútbol (o no) de todo el mundo, y como el Ayuntamiento daba su apoyo sin fisuras al Consejo de Administración para que negociara con la discreción necesaria.

El resultado lo sabemos todos: una sociedad que iba a entrar en causa de disolución recibió dos millones de euros por suscripción de acciones por parte de particulares y pequeños accionistas, y otros dos que salieron del bolsillo del mexicano, consiguiendo, en dos semanas auténticamente mágicas, la salvación económica del club y un aumento exponencial de su popularidad, tanto en España como en el extranjero. Final feliz, por fin, para el Oviedín, después de once largos años de despropósitos. Alucinante la respuesta de los seguidores de un club de Segunda B que consiguió llamar la atención del número uno de Forbes.

Pero yo me imagino algún final más feliz aún. Algo más propio para estos tiempos que corren. Por ejemplo, imaginar que el club, ante la masiva respuesta de los aficionados, y ante la pavorosa realidad social que se vive en estos momentos, hubiese hecho un llamamiento a la afición para que esas aportaciones se destinasen a evitar los desahucios en marcha en la ciudad. O el cierre de negocios. Puede que muchos despidos. Con dos millones igual resuelves treinta, cuarenta, cincuenta casos desesperados. Y, ante la respuesta positiva, o la amenaza de retirar sus depósitos, de la gente, los bancos aplicaran una moratoria provisional a la espera de recibir el dinero. Y que, el Ayuntamiento, sensibilizado, apoyase esta causa, paralizando los trámites de su competencia. Y que, a través de la llamada medio en broma de un periodista, llegara a los oídos del millonario que hay un club de fútbol que prefiere su propia desaparición a la ruina de su gente. Y se le aflojara el muelle y con el muelle la cartera, y soltara los dos millones y otros dos para acabar el año.

Si que sería un hermoso final. A la americana. El club de fútbol que prefirió la salvación de las personas encuentra, como premio, la suya propia. La riqueza fruto de la iniciativa solidaria. Un auténtico cuento de Navidad. Solo eso, un cuento. Mejor y más bonito que este cuento que tenemos, que no está nada mal. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario