El
¿Gobierno? de España ha subido los impuestos a los que los pagan, amnistiado a
los que defraudan, creado una reforma laboral que no tiene como objetivo crear
empleo, rescatado los bancos mal gestionados, blindado a los directivos (y
políticos) que los gestionaron mal, criminalizado a los trabajadores públicos,
y a los parados que no consiguen encontrar trabajo, porque la reforma laboral
no tiene como objetivo crear empleo, así que hay que subir los impuestos a los
que los pagan, para amnistiar a los que defraudan, para recaudar más para
rescatar a los bancos…
Parece
un bucle maligno, pero no lo es. Son ajustes dolorosos y necesarios, realizados
por el ¿Gobierno? en contra de su voluntad, para devolvernos a nuestro sitio.
Porque esta crisis, y sus ajustes correspondientes tienen un componente moral
muy claro: hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Pero gracias a
las reformas ya vemos la luz al final del túnel, así que, españoles gastizos,
zánganos e inconscientes, ¡os merecéis un premio!
Eso
si, se acabaron las ventajas al endeudamiento irresponsable; en la declaración
de la Renta de 2013 ya no se podrá deducir por la adquisición de una vivienda,
¡una casa para vivir es un capricho innecesario en esta época de incertidumbre!
¡Demasiado crédito, demasiado gasto, demasiado lujo!
Pero
como os decía, los emprendedores, los que arriesguen, los que se dejen la mitad
del sueldo en la ruleta, tendrán derecho a deducciones; las pérdidas en juegos
se podrán desgravar en la declaración. Así que un currante que se quiera gastar
parte de su salario en algo productivo, deberá ir al casino más cercano; sólo
entrando allí reportará buenos ingresos a las arcas públicas en tasas de juego.
Si gana, reinvertirá, ¡podrá hacerse millonario! y, si pierde…¡igual deduce un
15%! ¡Y encima se lo pasa bien!
Supongo
que alguno de los miembros del ¿Gobierno? soñará (igual en variante húmeda) con
un futuro en el que los trabajadores de Las Vegas Sands, después de cobrar su
magro salario en fichas de juego, salgan de la oficina para gastarlas en el
Black-jack situado en el mismo edificio. Después, cuando canjeen en caja las
fichas que les queden (con una comisión de retorno de, digamos, el 109%) podrán
exigir su correspondiente certificado para adjuntar a la declaración de impuestos.
Y por un 5% más, un vale de descuento en la hamburguesería del complejo. Luz al
final del túnel, señores. Luces de neón.