“Mójate, Javi”. Así me dijiste. “Y no seas ventajista” añadiste para cerrar la
discusión. Comprendo que debatiendo acerca de temas como el del aborto lleves
el asunto al plano personal. Algo lógico, pues no deja de ser un asunto muy personal. Precisamente por eso no me
mojo, o esa es tu opinión. Por eso preferí escribir estas líneas en lugar de
seguir discutiendo.
Para
no ser ventajista he esperado casi un mes a enseñarte el texto. Fíjate, se
debate el Estado de la Nación y el Presidente del Gobierno no le ha dedicado ni
una línea. El tema se nos ha quedado demodée;
no tendría sentido seguir riñendo sobre ello…por lo menos hasta la próxima
oportunidad política. Pero aún así quiero dejarte clara mi postura. Tú me lo
has pedido.
No
me mojo sobre el derecho a abortar porque me parece el derecho a una putada.
Porque lo que se tiene dentro es una cosa buena. Lo más grande que hay. Y
porque me lo he planteado. Y duele, por más que haya quien dice que se hace
alegremente. Hasta la hija de un ginecólogo antiabortista tiene derecho a
decidir sobre su propia vida. Por supuesto. Pero para ella también es una
putada. ¿Por qué no para las demás?
No
me mojo sobre tener un hijo en cualquier circunstancia porque es un ejercicio
de madurez. Y de responsabilidad. Y en España ningún legislador te va a apoyar
para sacarlos adelante. Sobre todo en los casos más difíciles. En los más caros.
En caso de necesidad la responsabilidad - culpa será tuya por haberlos tenido.
Por darles demasiado, o demasiado poco. La retórica y el bolsillo caminan por
aceras distintas. Y se saludan de lejos.
No
me mojo sobre dar un niño en adopción porque he sido padre. Tendrían que
arrancármelos con tenazas de mi lado. Para una madre será peor. O no. El que
escoja esa vía si necesitará ayuda psicológica. Durante mucho tiempo, y años
después, cuando se encuentre con ellos, personas adultas, cara a cara. Porque
acaba ocurriendo.
Y
tampoco me mojo porque la maternidad (y la paternidad) es un acto natural. El
más natural que existe. Y me repatea pensar tanto en un delirante mandato divino como en la
aceptación de un paranoico régimen patriarcal, que imponen en un sentido u
otro. Y los seguidores de estas teorías son los que dirigen las polémicas, cada
uno cuando le conviene.
No me mojo pero el agua está
fría. Y turbia; no deja ver bien. Como turbia es la mirada de las que van a las
clínicas. O tiemblan pensando en el futuro.