Ayer, viendo el partido de fútbol entre España e Italia, sentado tranquilamente en la terraza de una sidrería, comprobé que el fútbol es como la economía; es posible decir a la vez una cosa y la contraria, y encima tener siempre razón. Bastó con atender las discusiones sobre la alineación de Del Bosque y con escuchar las palabras del Presidente del Gobierno en el descanso del partido.
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