Igual que en una pareja, con los malos tiempos
llegaron los reproches. Fue llegar la crisis de la deuda soberana y los
europeos regresamos a la época de la Guerra de los Treinta Años; los alemanes a
imponer el dominio continental, los franceses a defenderse, los ingleses a
hacer rancho aparte, los italianos a deshacerse en violentas disputas, suizos y
escandinavos a la suya, los griegos olvidados e intervenidos…y los españoles,
temidos, luego envidiados y finalmente despreciados por los grandes.
Se acabó Europa, terminó el sueño de un continente
unido, próspero, feliz, sin complejos ni ataduras, cuna de la civilización
occidental, baluarte del progresismo, bandera de la tradición más arraigada. Se
invoca el nacionalismo, se ponen vetos, se promueven las “mini – cumbres” entre
gobiernos amigos, se cierran fronteras, se vulneran acuerdos. Las buenas
palabras se transforman en duros reproches; se cuestiona el tren de vida del
pobre y se desconfía de la procedencia de la riqueza del rico.
¿Había llegado a empezar, siquiera como un sueño?
¿Existió en algún momento, alguna motivación europea real, aparte de los nuevos
nichos de consumidores y de los millonarios fondos de cohesión? ¿Pensaron los
grandes de Europa alguna vez, seriamente, en ceder parte de su soberanía a los
pequeños en beneficio de una entidad superior? ¿Pensaron los pequeños siquiera
en conseguir algo mas que dinero? Es mas, ¿pensamos, pobres de nosotros,
siquiera en emplear bien los millones para llegar a parecernos a esos
aburridos ricachos del Norte?
Joer, todavía me acuerdo de cuando votamos la
Constitución…¡juro que la ojeé un poco! Y cuando firmamos el Tratado de
Adhesión…me veía trabajando en una siderúrgica de Lieja en cuanto terminara mis
estudios de Erasmus en Cambridge o en la Escuela de Negocios de París; después,
veraneos en Cerdeña y en Mykonos, intercambio cultural en Berlín, viajes de
trabajo a Goteborg, fin de semana en Val de Aosta…y al final del año, vuelta a
casa por Navidad, con El Almendro, pero en Tren de Gran Velocidad, línea
Biarritz – Estación Central de Asturias en Oviedo.
¿Qué
es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Ya lo dijo el gran Pedro Calderón de la Barca, que,
por cierto, anduvo de “Erasmus” por aquellos pueblos holandeses…
Quién sabe si no tendremos que acabar saliendo otra
vez a pelear a cuchillo otra vez…para sobrevivir…
Pues eso, una época que se acaba. Fue bonito mientras
duró. Que descanse en paz. La pena, por nuestros hijos, a los que vendemos una
idea de convivencia que ellos no van a llegar a ver. Otra generación que nace
decepcionada de sus padres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario