martes, 17 de julio de 2012

¿ESPÍRITU DEL 11-J?


Un infausto día de miércoles, llegó el Gobierno, sacó la tijera y recortó. Y armó tanto ruido con el tijeretazo que un montón de gente despertó de golpe, y se encontró con que la habían estafado una vez mas; de nuevo todo el peso de la crisis caía sobre las personas de a pie, las que tienen nómina, las que pagan la luz y el agua, las que tienen hipotecas. Y, desde luego, sobre los empleados públicos. Recurso fácil y rápido, y dinero en efectivo. Confiaban sin duda nuestros “gestores”, para que las medidas tuvieran una acogida silenciosa y resignada, en la tradicional apatía del español medio y sobre todo en el desapego de los trabajadores de las Administraciones hacia la sindicación y la protesta; un colectivo atomizado y acomodado, que no vota en las elecciones sindicales y es indiferente a la lucha de los de “la privada”.

Pero los empleados públicos, por una vez, miraron alrededor. Y resulta que se dieron cuenta de que son muchos,  que están muy cerca unos de otros, y que son todos la misma carne de cañón, da igual derechas que izquierdas, ayudante operario que jefe de servicio, interino que de carrera, laboral que funcionario; desprestigiados primero ante el resto de los trabajadores y parados de este país, que padecen una situación cada vez mas desesperada, y luego exprimidos como limones, en busca de dinero fácil para entregárselo a la troika europea. Porque primero es una paga, luego vendrá la otra, y luego los complementos, los vampiros nunca se cansan cuando huelen la sangre, la de los demás.

Y gracias a Internet fue muy fácil lanzar una convocatoria. Y no faltó gente ingeniosa para diseñar una protesta eficaz y barata. Y todos salieron a la calle vestidos de negro, a que se les viera, a protestar pacíficamente contra el recorte de sus DERECHOS (no PRIVILEGIOS) económicos, sociales y laborales. Y todos, policías, militares, médicos, maestros, Administración General, Justicia… tuvieron, durante media hora, conciencia de que tienen fuerza.


Yo soy uno de ellos, de los de a pie, y me gustó lo que vi. Pero la realidad es terca. Ahora que esto acaba de empezar, tendremos que ser inteligentes para saber administrarlo. Actuar con mucha prudencia, ser muy cuidadosos en las reivindicaciones para no enfrentar a colectivos tan dispares, tener tacto en las críticas a jefes y sindicatos, y ser muy respetuosos con otras formas legítimas de actuar que sin duda existen, será básico para que esto tome fuerza. Y hay que ganarse a la gente. Si no nos ganamos a la gente no vamos a ser nadie. A la gente a la que prestamos los servicios públicos, garantizados por ley. Difícil. Todo esto requiere aguante y paciencia, y en una situación muy dura para nosotros y nuestras familias. “Ellos”, los malos, tienen la sartén por el mango, y van a esperar a que nos cansemos, o a que se cansen de nosotros. Espero que esté en nuestra mano el conseguir lo contrario.

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