A
menudo escapamos de la realidad fantaseando, imaginando, soñando despiertos.
Ejercicio a veces de visualización de un objetivo, de una ambición, otras
anhelo profundo y secreto inconfesable, y bastante a menudo simplemente una
suerte de escapismo, una travesura mental, una entrada sin pagar en mundos que
nos están vedados.
Así
a veces soñamos despiertos con una vida aventurera, con una novia o unas
queridas, con un título olímpico o un premio Nóbel. Con hacer daño a alguien a
quien no podemos aguantar, o hacer bien a quien mas queremos, esperando su
reconocimiento.
Estos
sueños son, o suelen ser, en primera persona. En arcade, en jerga de
videojuego. Siendo los soñadores los protagonistas, viendo con nuestros ojos el
resultado de nuestras acciones. Sintiendo, deseando, tocando, oyendo nuestra
voz pero sin ver nuestra boca.
Otras
veces los vemos en formato película. Vemos lo que verían los demás. Nos salimos
de nuestro cuerpo y nos metemos dentro de la piel del resto de protagonistas, y
nos observamos. Quizá con temor, o admiración. Quizá con respeto.
Dos
miradas, dos maneras de imaginar; una, orientada al objetivo. Otra, orientada
al impacto en los demás. Objetivo e impacto. ¿Deseos contrapuestos? ¿Imposibles
a la vez? ¿Cuáles son nuestros verdaderos deseos? ¿Nos sale gratis soñar, según
imaginemos de una manera o de otra?
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