sábado, 4 de agosto de 2012

WOJDAN, LA JUDOKA SAUDI

Me hubiera gustado que Wojdan Shahrani hubiera llegado a los juegos simplemente a competir. Con nivel o sin nivel para ello. Qué el aplauso con el que fue recibida hubiese sido consecuencia de una lucha real por dedicarte a algo que te gusta y pelear por el sueño olímpico. Y que después se le hubiera valorado, al margen de la capacidad deportiva, la voluntad para romper barreras que parecen infranqueables. 

Pero no pasó nada de eso; el viernes fuimos testigos de una pantomima orquestada por el COI y una de esas teocracias infumables de Oriente Medio, que son tan pobres (en todo) que solo tienen dinero: "¿Queréis igualdad? Vale. ¿Queréis mujeres en los Juegos? Tomad una o dos, total, nos sobran, pero que no hablen, que vayan con un pastor que las lleve al establo y que no enseñen ni un trozo de piel ni pelo, que nos provocan. Porque son muy malas. Ya lo dijo el Profeta. Así que las reglas las ponemos nosotros."

Y fueron a escoger el Judo para pasarse las reglas por el arco de la mezquita; un deporte donde todo está reglamentado para promover la igualdad entre los contendientes y donde se nos enseña de pequeños a respetar al rival. Sea como sea este.

Y la pobre cría, sin decir una palabra; para eso están su padre, su entrenador, su ministro y sus señores padres y parientes. La portorriqueña, solo saliendo a pelear, mostró mas respeto por ella que ella misma. Y no lo sabe la pobre.

Si el COI quiere promover la igualdad, que gestione la absolución de esas mujeres saudíes que son condenadas por llevar vaqueros o conducir, y luego, que les ponga un judogui y las lleve a competir. Seguro que lo hacían mejor que Wojdan; estarían menos preocupadas de lo que dijeran los adultos de su clan.

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