lunes, 6 de agosto de 2012

¿MUDANZA?



Dice gente que me aprecia, precisamente me lo acaban de comentar hoy, que cualquier día me voy a vivir a la costa. Luego pensé en ello; llevo un mes yendo allí en cuanto puedo. A la playa, o a salir. Y también a dar un paseo y tomarme algo. Acompañado, o solo. Un mes en el que evito todos los rincones queridos de mi ciudad, todos los sitios en los que me gusta estar, donde siento que tengo los pies bien anclados en la tierra.

Yo soy un enamorado del sitio donde nací. ¿Qué me puede llevar lejos de allí?

Sin duda, fuera hay ciudad, paisaje y paisanaje. Pero lo que no hay son recuerdos. Ninguno de sus lugares, de sus rincones, tiene más sabor que la novedad, el descubrimiento de gente nueva, lugares no conocidos, costumbres nunca probadas. Allí no cargo con el peso de la memoria, de esta maldita memoria tan buena y tantos sentimientos grabados a fuego.

Mis pasos empiezan a llevarme lejos de lo que quiero. Me empiezo a alejar de todo lo que un día me hizo sentir seguro, y feliz. Y sin pretenderlo. Mi cuerpo y mi mente empiezan a revolverse, a escapar. Me siento agotado, tengo sed de olvido, mi cabeza es un erial, todos los días hay que regar. Y me canso.

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