Dice
gente que me aprecia, precisamente me lo acaban de comentar hoy, que cualquier
día me voy a vivir a la costa. Luego pensé en ello; llevo un mes yendo allí en
cuanto puedo. A la playa, o a salir. Y también a dar un paseo y tomarme algo.
Acompañado, o solo. Un mes en el que evito todos los rincones queridos de mi
ciudad, todos los sitios en los que me gusta estar, donde siento que tengo los
pies bien anclados en la tierra.
Yo
soy un enamorado del sitio donde nací. ¿Qué me puede llevar lejos de allí?
Sin
duda, fuera hay ciudad, paisaje y paisanaje. Pero lo que no hay son recuerdos.
Ninguno de sus lugares, de sus rincones, tiene más sabor que la novedad, el
descubrimiento de gente nueva, lugares no conocidos, costumbres nunca probadas.
Allí no cargo con el peso de la memoria, de esta maldita memoria tan buena y
tantos sentimientos grabados a fuego.
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