martes, 22 de mayo de 2012

EL ENFERMO Y EL BOMBERO


“Había una vez un hombre enfermo en una casa en llamas, en cuya ayuda acudió un bombero.

- No me salve – dijo el enfermo-. Salve a los que son fuertes.

- ¿Tendría la bondad de explicarme por qué? – Preguntó el bombero, que era un hombre educado.

- Nada sería mas justo – respondió el enfermo-. Debe preferirse a los fuertes en todos los casos, pues pueden prestar mayor servicio al mundo.

El bombero reflexionó unos instantes, pues era un hombre de cierta filosofía.

- Concedido –dijo al fin, mientras una parte del tejado se desplomaba-, pero, por seguir con nuestra conversación, ¿Cuál sería en su opinión el servicio de los fuertes propiamente dicho?

- Nada mas fácil –respondió el enfermo-. El servicio de los fuertes propiamente dicho es ayudar a los débiles.

El bombero reflexionó una vez más, pues no había en ese hombre extraordinario premura alguna.

- Podría perdonarle por estar enfermo – dijo entonces, mientras se derrumbaba una parte de la pared-, pero no puedo tolerar que sea usted tan idiota.

Dicho lo cual levantó su hacha, pues era un hombre eminentemente justo, y partió en dos al enfermo en su lecho.”

Fábula de R.L. Stevenson (1850-1894)

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