Todos los días estamos con el debate de la crisis. Ahora que ya tenemos nuevo gobierno el debate se centra en la bajada salarial que van a hacer a los funcionarios. Algunos firman ya que se siga el modelo andaluz (un cinco por ciento para los funcionarios de carrera con aumento de horas, y un quince por ciento para los interinos con la misma reducción de jornada), otros echan cuentas sobre cuantos millones supone una bajada del treinta por ciento en las pagas extras, y todos tiemblan pensando que quizá no baste y vengan medidas peores.
Todo esto se discute mientras se toma un cafelito que es diez o quince céntimos mas caro que el año pasado, ante la atenta mirada del hostelero, que cualquier día verá como tiene el local medio vacío a las horas punta porque empezaremos a traerlo de casa; ya no se va al centro comercial en los descansos, y las tiendas empiezan a cerrar, y no digamos nada de los vinos de los viernes; ahora, a casita a comer que estamos todos muy cansados y no anda el asunto para líos.
Pero todavía no nos damos cuenta; aún se nos ve despreocupados, confiados en que siga llegando caliente a fin de mes. ¿Cuándo explotará todo? ¿Cuánto nos apretarán? ¿Resistiremos el tiempo suficiente para que cuando la crisis pase, salgamos sin demasiadas pérdidas?
Y lo mas importante: ¿Qué nos dirá la gente de fuera si ven que remontamos? ¿Qué partido será el que gobierne y azuze al pueblo contra nosotros?
Todo eso quizá esté ya escrito, igual ya son cifras negro sobre blanco, a lo mejor ya están preparadas las excusas. Igual no merece la pena hacer caso, igual hay que tener esperanza...¡Quién sabe!
¿Quién sabe?
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